El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

02 diciembre 2010

O muy tonto...



El presidente Zapatero se encuentra en una encrucijada personal determinante: puede pasar a la historia como un presidente irrelevante o como un presidente catastrófico para España. Es muy posible, además, que el propio Zapatero sea consciente de que, después de haber atravesado esta segunda legislatura abrasiva, ya sólo puede aspirar a salvar los muebles; que algún golpe de la suerte perdida reconduzca su final y elimine del todo el riesgo real que tiene de inscribirse en los libros de historia como el presidente que hundió al país en la ruina y, por extensión, en el líder que dejó al centenario Partido Socialista sumido en la debacle electoral. Sí, sí, en esa tesitura, si el presidente Zapatero pudiera elegir, estaría encantado de poder rubricar su pase a la historia como un presidente irrelevante, quijotesco, adánico y dogmático, antes que como el presidente que condujo a España al precipicio de la intervención europea. El presidente visionario que pensó que podía acabar con ETA, el que removió con reformas absurdas el avispero independentista, el que despilfarró en planes irrelevantes los ahorros del Estado, el que avivó los rescoldos de una guerra civil… Cualquiera de esas etiquetas es más soportable en el juicio de la historia que la de un presidente catastrófico que hundió a España y dilapidó la fortaleza electoral de un partido centenario.

Y ojalá que sea así, que Zapatero sea consciente de la coyuntura histórica en la que se encuentra porque, de lo contrario, si todavía anida en él el espíritu de ilusionista, la inconsciencia de quien piensa que está predestinado a que todo le salga bien, entonces podremos tener claro que será inevitable que la historia lo recuerde como un presidente catastrófico. Hay quien ha comparado ya la situación actual que vive España con algunos de los momentos claves de la Transición, los momentos determinantes en los que el riesgo de involución era una amenaza cierta y generalizada. Si fue posible el espíritu de la Transición, ese acuerdo que ahora celebramos con nostalgia en el que todos los partidos políticos y todos los agentes sociales son capaces de ponerse de acuerdo en algunos asuntos de Estado, fue precisamente porque todo el mundo era consciente del peligro, del abismo, en el que podía caer el país. Sólo el miedo es capaz de promover los grandes acuerdos, como aquellos Pactos de la Moncloa. Y sólo el miedo es capaz de llevar a un presidente a presentar la dimisión, como hizo Suárez, para salvar a un país.

El Financial Times se ha preguntado hace unos días por la esencia política del presidente del Gobierno. Lo ve actuar ante el acoso de los mercados financieros, y el diario británico, perplejo, no sólo se explica nada: “O es muy valiente o es muy tonto”. El tiempo de la valentía, de la osadía, quizá haya pasado ya hace mucho tiempo para el presidente Zapatero. Ojalá que no sea ése ya el esquema en el que se mueve Zapatero; ojalá que el presidente haya aceptado pasar a la historia con un simple brochazo de frivolidad. El presidente que dijo una cosa y la contraria, que defendió una política y la contraria, aquel que negando, afirmaba; aquel que dijo ser el contrario de quien fue. Voluble, frívolo, inconsistente, a veces atropellado, a veces inamovible. O muy tonto… Es lo mejor a estas alturas.

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