El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

14 octubre 2010

Para perder (I)



Escondido en los reportajes que se publican estos días sobre el post-zapaterismo, un dirigente socialista, camuflado en el anonimato, ha ofrecido la que, a mi entender, es la clave fundamental del debate actual del PSOE. El reportaje, como otros, se reparte entre los partidarios de que Zapatero anuncie ya su retirada y los que, por el contrario, consideran que el presidente sigue siendo el mejor candidato de los socialistas. Uno del bando de estos últimos, afirma lo siguiente: «Incluso para perder, Zapatero sigue siendo el mejor candidato».

Esto es, a mi juicio, lo esencial: El PSOE, que tiene sobrada experiencia en ciclos políticos y en mareas electorales, es consciente de que la etapa política de Zapatero está finiquitada y que, salvo un milagro o un sobresalto, el Partido Popular tiene ganadas las próximas elecciones. Si, además, parece ya claro que la economía no comenzará a recuperarse hasta 2013, un año después de las elecciones, la última esperanza que le quedaba a Zapatero se desvanece en el horizonte. En esas, la frase: «un candidato para perder».

Ningún partido político de gobierno –otra cosa son los partidos minoritarios– elige jamás candidatos «para perder» salvo cuando la vista está puesta en el día después de las elecciones. Cuando se busca «un candidato para perder» es porque ya se trasciende de la coyuntura política y de las elecciones mismas, y lo que se plantea es la reorganización del partido después de esas elecciones. El resultado electoral, por tanto, no es la cuestión de fondo, en el debate interno del PSOE (aunque es esencial evitar, como dijo Barreda, una debacle electoral); no, lo importante es tomar posiciones para gestionar el post zapaterismo. De hecho, el declive implacable del zapaterismo ha dividido el PSOE en tres grupos bien definidos: los barones regionales, la vieja guardia del partido y los nuevos dirigentes del zapaterismo. En cada uno de esos grupos se han comenzado a tomar decisiones.

Comencemos por la ‘vieja guardia’. El deterioro de Zapatero ha movilizado, de nuevo, a dos viejos aliados, Felipe González y Prisa, que tienen sobradas razones para considerarse maltratados por Zapatero y pretender que, tras su marcha, el PSOE vuelva al sendero del que el presidente lo sacó. De esa alianza de la ‘vieja guardia’ surge el nombre de Alfredo Pérez Rubalcaba como sustituto de Zapatero. Pérez Rubalcaba es la apuesta que González y sus aliados mediáticos han comenzado a fomentar, no para ganar las elecciones (¿puede pensar alguien que Rubalcaba es un líder capaz de remontar las encuestas?), sino para evitar que el partido caiga en manos de los herederos de Zapatero. Por ejemplo, en manos de Carmen Chacón, la ministra de Defensa que, en los últimos días, se ha multiplicado en entrevistas para dejarse preguntar por la sucesión y para respaldar a Zapatero, «tome la decisión que tome». Porque lo esencial es que la decisión la tome el propio Zapatero y que sea él, con el respaldo del PSOE, el que organice su final.

El último grupo de presión es el de los barones regionales. Todos comenzaron hace meses el desmarque de Zapatero. Lo que persigue cada uno de ellos es blindarse del ‘defecto Zapatero’ en sus respectivas elecciones autonómicas. En esas están Patxi López, Montilla, Barreda, Tomás Gómez... ¿Y Griñán? El caso del presidente andaluz, es distinto. Por una duda: ¿podría ser Griñán el único dirigente regional al que Zapatero no puede perjudicarle?

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