El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

05 julio 2010

Linaje económico



Desigualdad económica a cambio de preservar la unidad de España. Al final, la sentencia del Estatuto de Cataluña se resuelve en ese trueque histórico; ésa es la formulación retórica, el equilibrio que, al cabo de cuatro años, han encontrado los magistrados más moderados del Tribunal Constitucional, los menos alineados con las tesis partidistas, para resolver un conflicto político de siglos que, de forma irresponsable, se ha trasladado a la Justicia con la alocada carrera de reformas estatutarias. Desigualdad a cambio de unidad; lo de siempre. Y tan claro lo han visto los nacionalistas de CiU que, rápidamente, lo que han pedido como contraprestación de los recortes de la sentencia es un ‘concierto económico’; es decir, independencia financiera con respecto del Estado español, de la misma manera que ya ocurre con el País Vasco, gracias a la aceptación de los fueros medievales con los que España lleva siglos intentando apaciguar ‘el problema vasco’. Se repite la historia, el nacionalismo y la desafección pasan por caja.

Independencia económica a cambio de taponar la independencia política, jurídica. Al final, la sentencia del Tribunal Constitucional se resuelve en esa transacción, de forma que el Estatut ya reformado puede conducir al ansiado concierto económico de Cataluña pero, al precisar que la expresión “nación catalana carece de validez jurídica”, neutraliza las posibilidades de que esa definición conduzca en el futuro a la independencia efectiva. Dicho de otra forma, el nacionalismo catalán, que atraviesa todo el arco político, lo que pretendía con el Estatut era que, una vez de que el término ‘nación catalana’ se introducía en el preámbulo, sólo había que esperar a que el paso de los años consagrara esa definición como una realidad jurídica; primero se introduce la nación el preámbulo y, años más tarde, se recurre a esa definición aceptada previamente para convertir a Cataluña en un estado propio dentro de la inocua nación española. Esa grieta, esa vía de agua es la que ha cegado la sentencia del Constitucional: “carece de eficacia jurídica”.

Se tapa una salida pero se deja otra abierta, la asimetría, que es la característica mayor del estado de las autonomías, este modelo territorial típicamente español que ni es federal, ni es confederal ni centralista, y, sin embargo, puede reunir elementos de todos ellos. Lo que quizá sugiere el Tribunal Constitucional es que se mantenga y se profundice en la desigualdad que ya reconocía la Constitución cuando distinguía entre nacionalidades y regiones. Lo tiene escrito Manuel Aragón, a mi juicio el ‘cerebro’ de esta sentencia: “Una cosa es la igualdad de competencias y otra es las diferencias entre autonomías; una cosa es la igualdad de competencias y otra bien distinta la igualdad de posición; una cosa es la uniformidad y otra bien distinta es la homogeneidad”.

Andalucía, por ejemplo. Aquí se aprobó un estatuto con artículos idénticos al estatuto catalán, corta y pega, pero es evidente que “una cosa es la igualdad de competencias y otra bien distinta es la igualdad de posición”. Cataluña avanza en lo económico. Muchas autonomías y mucha retórica en los estatutos, pero, al final, como decía Sancho Panza, aquí sólo hay dos linajes, el tener y el no tener.

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