El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

13 abril 2010

El maletín del muerto



“¿Y qué hacemos para ayudar a la viuda?”, se preguntaron en la sede, en una reunión improvisada en la que, entristecidos, se pusieron a recordar al muerto. En el partido todos conocían al muerto o habían oído hablar de él, aunque hiciera mucho que no iba por allí. Fue siempre un tipo llano, sencillo, que trabajó para el partido en la clandestinidad, que pisó orgulloso los primeros parlamentos democráticos y que después, como le ocurrió a tantos otros, fue apartándose de la vida pública. No porque quisiera, claro, sino porque las cosas son así en política. Estás o no estás. No hay más; aquí el olvido es un sobresalto, cae de golpe como una losa. En la política, el olvido es un concepto formal, no temporal, nada tiene que ver con el paso del tiempo sino con el lugar que se ocupa. Y si no estás, ya no eres. Ése era su caso, que se fue quedando atrás hasta que, en unas elecciones, le dijeron que tenían que renovar las candidaturas. Y se cayó de la lista.

Ahora, con la noticia de su muerte, todos en la sede se han puesto a recordarlo y en la conversación han sabido que los últimos años los pasó mal, con muchos apuros económicos. Tantas apreturas que, por lo que cuentan algunos de la familia, es probable que a la mujer no le llegue con la paga de viudedad ni para pagar la hipoteca. “¿Entonces, repito, qué hacemos para ayudar a la viuda?”, volvió a inquirir uno de ellos. También en eso se nota el paso del tiempo porque ya los partidos políticos, sus sedes, no tienen la vida interna que tuvieron en los primeros años de la democracia, cuando los sueños eran otros. Aquello de la ‘casa del pueblo’ pertenece a otra época, a una realidad muy distinta. Como dijo aquel baranda, las sedes de un partido son como sucursales de una empresa y cuantas más sedes, más votantes. Sin esa red de distribución que conforman las sedes, la maquinaria electoral de un partido no funciona. Lo malo es que con ese frío cálculo electoral, las sedes se han deshumanizado tanto que uno se entera de las necesidades que pasan algunos cuando se ha muerto.

“Es evidente, que no podemos quedamos de brazos cruzados, que no nos vamos a quedar de brazos cruzados, que algo hay que hacer”, dijo el más veterano de los que se habían reunido en el despacho del secretario general. “Y nada de mendigar. Lo suyo es que, cuando pasen unos días, alguno de nosotros le haga llegar a la viuda un maletín. Hablamos con quien tenemos que hablar, que tengo entendido que estos días está la cosa bien, y lo próximo que se cobre, se lo damos a ella. Le mandamos el maletín y ya nos ajustaremos en la campaña…”

(Ficción sobre una historia real ocurrida en la década de los noventa en Andalucía.

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