El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

12 noviembre 2009

Bolas chinas




En el último congreso de UGT de Andalucía, celebrado en Jerez, los sindicalistas recibían a la entrada una mochila con la correspondiente acreditación, un par de bolígrafos, una agenda y un detalle muy especial: unas bolas chinas.

– ¡Toma ya! Anda que les van regalar los tres tomos de El Capital. Esto es lo que quedaba por oír de la crisis de las ideologías: Ya se puede imaginar ese final de congreso, todas las sindicalistas en pie, cantando La Internacional con el ánimo encendido por las bolas chinas… Pero, ¿eso qué era, un congreso de UGT o una reunión de tapersex?

No, no, era el congreso de la Federación de Servicios de UGT de Andalucía. Y si se atiende a las explicaciones de la secretaria general de la Federación, Olvido Aguilera, el obsequio de las bolas chinas es mucho más que eso; es mucho más elocuente. Dice la dirigente sindical que el regalo de las bolas «es por un tema, fundamentalmente, de género». Esto es lo esencial. Las bolas chinas como regalo pertenece al reino del lenguaje de género, de la sostenibilidad o el igualitarismo, que lo mismo se aplica a la educación que a las religiones. Son los mimbres de esa ideología boba que se presenta como una nueva izquierda. Si el género es un capítulo esencial de esa nueva ideología, es lógico que el nuevo referente puedan ser unas bolas chinas; es un regalo, o sea, de contenido ideológico porque la ideología se ha reducido a eso.

Ocurre, además, que aunque desde fuera cualquiera se ruboriza al analizar estas cuestiones con un mínimo rigor intelectual o con la mínima sensibilidad de izquierda real, cometeríamos un error enorme si pensamos que todo esto no pasa de ser una enorme frivolidad, sin más trascendencia. No. Aunque desde fuera produce sonrojo, la verdad es que, al menos hasta ahora y por lo menos en España y en Andalucía, ese discurso de pretendida nueva izquierda ha logrado plenamente sus objetivos. Si lo esencial es buscar elementos de diferenciación con ‘la derecha’, si lo fundamental es levantar siempre un muro, otra línea divisoria entre los conceptos de izquierda y la derecha, estas nuevas fronteras que se han trazado han funcionado a la perfección, aunque nada tengan que ver con los valores esenciales de la izquierda, del progreso, ni con los problemas reales de este tiempo.

– O sea, que bolas chinas, ¿no? Y a los tíos, que eran el sesenta por ciento del congreso de UGT, qué le regalaron, ¿una vagina a pilas o una muñeca hinchable?

No, eso hubiera sido un regalo sexista… A los señores sindicalistas también les regalaron las bolas chinas. Dicen que para acabar con el tabú y los complejos y porque, en cualquier caso, siempre se las podrán regalar a sus parejas a la vuelta del fin de semana de congreso. Se decía que Pablo Iglesias era, ante todo, un luchador que tenía una gran pasión por la libertad, por la democracia, por la justicia, y que esa pasión fue la que le llevó a fundar el Partido Socialista y la UGT. Calculen ustedes la distancia que va desde la pasión al placer, de Pablo Iglesias hasta las bolas chinas, y podrán trazar el abismo que separa a la UGT de sí misma.

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