El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

30 marzo 2007

Depende


Lo grave fue que dijera “depende”. Que no supiera el precio del café es normal, porque en estas cosas todo el mundo acepta el juego de que la demagogia fluya de ida y vuelta, la impostura de quien pregunta, sabiendo que un presidente del Gobierno no sale por las tardes a tomar café con los amigos, y la impostura de quien responde, que se ha aprendido antes de la entrevista la chuleta con el precio de una barra de pan, un litro de leche y un billete de autobús. Eso, se da por descontado. El problema está en la coletilla que añade Zapatero cuando todos se ríen al oírle contestar que un café cuesta ochenta céntimos. Porque en ese momento, en vez de rectificar, en vez de explicar que ése es el precio del café en el Congreso, va y dice: “Depende”.

¿Cómo que depende, oiga? ¿De qué depende? La soberbia de esa segunda respuesta es lo peor de todo, porque el presidente sigue convencido de que es él quien dice la verdad. Por eso hizo bien el bar de Antequera, “en honor a las palabras del presidente, hoy el café a ochenta céntimos”. Mañana será otro día. Volverá la España real, que nada tiene que ver con la España oficial.

En palabras prestadas: “La España oficial consiste en una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyadas por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos ministerios de alucinación”. Lo escribió Ortega y Gasset en marzo de 1914. Fue en Madrid, en el teatro de la Comedia. La conferencia se llamaba “Vieja y Nueva Política”. Un siglo después, ya ven, seguimos en la misma linde.

Depende. El problema de esa seguridad en el político es que, progresivamente, pasa del aislamiento a la confusión entre los intereses de la clase política y los de la sociedad. Esa inopia la vemos con frecuencia en el presidente Chaves, por ejemplo. El presidente andaluz se quejaba el otro día en un congreso sobre ciudades sostenibles del vicio de la mayoría de los ciudadanos, que son capaces de levantarse, machacarse en un gimnasio y luego coger el coche para ir a trabajar a menos de tres kilómetros. Esas manías, dijo Chaves, “no pueden hipotecar el destino de toda la colectividad”. Pero resulta que Chaves hace todos los días eso mismo que denuncia. Sólo que él, además, utiliza chofer y un coche oficial. Desde hace treinta años. Y tiene el desahogo de criticar al personal que se traga los atascos, la falta de aparcamientos y el café a un euro y pico.

¿Alguien se ha tropezado alguna vez con el presidente por la calle, camino del trabajo? O en autobús. ¿Y con algún consejero? Ministros, alcaldes, concejales… Nada. Pero a Chaves, como a Zapatero con el café, lo que se le hace extraño es la osadía de un tipo que se atreve a bajarlos a la acera. No entra en sus cálculos. Y si lo del café y el autobús es demagogia, lo otro también tiene un nombre: aislamiento. Aunque ellos, claro, dirán que “depende”.

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28 marzo 2007

Canadá


Llegan buenas noticias de Canadá. O malas, según se vea. Porque las elecciones en Quebec dejan el consuelo grande de que el independentismo también tiene techo, que el personal acaba hartándose de perseguir como idiotas la zanahoria milagrosa de la independencia y llega un momento en el que, como ahora los canadienses, descubren que sus grandes problemas no se solucionan con más segregación, que es la unidad entre naciones lo que impone el nuevo milenio, no las divisiones aldeanas de hace doscientos años. El separatismo de Quebec se ha hundido; se acabó por un tiempo esa romería de referendos para votar la soberanía, como si jugaran a la ruleta rusa de los enfrentamientos civiles. Si pensamos que, también aquí, algún día el personal dejará de darle cuerda electoral a las cometas nacionalistas, ésa es la ilusión que traen estos días las crónicas de Canadá.

La mala noticia es que el descalabro del sistema político imperante, el bipartidismo consagrado durante cuarenta años entre federalistas e independentistas, ha hecho emerger a un líder populista, Mario Dumont, al que llamaban ‘el Le Pen de Quebec’, y que, como aquél, ha barrido en núcleos rurales y en barrios obreros. Junto al cansancio por las promesas independentistas, la lógica ciudadana se desplaza de extremo a extremo del espectro político al contemplar la desorientación de los partidos tradicionales ante los problemas que hacen temer a la gente por su propia identidad, que es, se quiera o no, como el suelo que se pisa.

Por ejemplo, para pasmo del personal, se han publicado estos días reportajes sobre el desnorte de la clase política canadiense ante los problemas que se plantean con la integración de los inmigrantes. En una de esas crónicas, publicada en El País, se podía leer el siguiente párrafo: «¿Es razonable que un chico sij acuda a la escuela con un puñal en la cintura? Hay entendidos en materia de integración que opinan que sí. ¿Se deberían tapiar las ventanas de los gimnasios para que las chicas musulmanas no estén a la vista? ¿Habría que regular por turnos el uso separado de hombres y mujeres en las piscinas? Las respuestas varían de un municipio a otro». Si hasta en Canadá, que ha sido modelo de país abierto a la inmigración, se llega al punto de someter a debate si un niño puede acudir al colegio con un sable en la cintura, es normal que el personal huya espantado al otro extremo. ¿Cómo se va a dudar siquiera si hay que tapiar los gimnasios?

En Almería, en Huelva, en Sevilla, en Madrid o en Barcelona es ahora cuando deben sentarse las bases de una integración acorde a los derechos, las libertades y la igualdad alcanzadas por la civilización en las democracias occidentales. Que es la miopía política, la inopia y la estulticia las que traen de la mano a los movimientos de extrema derecha. La falacia de la política multicultural. En Canadá, ya ven, ha vencido incluso al independentismo, que suele ser una ceguera más.

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27 marzo 2007

Concilio


El cura Javierre, mi admirado José María Javierre, le ha dicho a Paco Robles en estas páginas que «lo que le está haciendo falta al PSOE es pasar por un Concilio, como hizo la Iglesia en los años sesenta». «El PSOE –añade– no ha hecho examen de futuro y no se desprenden de esa cáscara que los envuelve».

Como ya no se sabe con certeza hasta dónde es capaz de estrechar la izquierda su círculo de tiza, ése que dibuja cada día al su alrededor para remarcar que todos los de fuera son unos fascistas, no podemos precisar si para el PSOE actual el cura Javierre será una voz autorizada o si, fatalmente, ha ingresado ya en la caverna reaccionaria.
De todas formas, sepan que si nuestro Charles Foster Kane tuviera los galones de Javierre en la lucha contra la Dictadura, ya hubieran aprobado una ley en España para que fuera obligatorio una peregrinación anual hasta su despacho de mandamás de Prisa. Javierre sí que peleó por la democracia; Javierre sí que se jugó el tipo como director de periódico. A Javierre lo persiguieron hasta que lo echaron, y se fue con lo puesto. Tal y como sigue en la actualidad.

La cuestión, en fin, es que, al margen de su lucha en aquellos años, nadie en su sano juicio se atrevería a dudar de Javierre por la sencilla razón de que es un tipo admirable. Y esta idea suya de que al PSOE le está haciendo falta un Concilio es muy oportuna. Como la democracia interna no funciona, estaría bien que el PSOE reuniera en plan Concilio a todos los socialistas. Es decir, que, por un instante, el PSOE deje de oírse a sí mismo, a su burguesía progre y su nutrida clac de prensa. Y que contemplen el abismo que separa ‘La Internacional’ de esta defensa del nacionalismo, de sus privilegios antiguos.
Pero no sucederá, Javierre. Hay un libro de Tom Burns Marañón, «Conversaciones sobre el Socialismo», en el que Julio Feo, cerebro del marketing del PSOE en los ochenta, afirma que el triunfo de Felipe González se debe, sobre todo, a que «descubrimos que la gente le tenía tanto rechazo al saludo fascista como al puño en alto; le tenían tanto rechazo al franquismo como a la Guerra Civil. Y entonces había que romper con eso». Pasados los años, en el PSOE han debido llegar a la conclusión de que, una vez que ellos consiguieron romper con el franquismo y con el puño en alto, su única ocupación ahora consiste en impedir que el PP rompa alguna vez con la Dictadura; que el personal no deje nunca de relacionar a la derecha española con Franco y con la Guerra Civil. Con eso, todo ganado. No hay que pensar mas, les va muy bien así.

Y en esa estamos. Pero es verdad que el «aggiornamento», la puesta al día que se marcó la Iglesia en el Concilio Vaticano II, es urgente en el PSOE. Y no sólo por este partido, sino por la sociedad española, que es la que soporta la tensión permanente de esta alocada estrategia socialista.

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Escorpión


“Pedro Pacheco, ¿quién si no?” Quizá fue en las últimas elecciones municipales cuando Pacheco utilizó este eslogan para su campaña.
En Jerez, Pacheco ya andaba con los matrimonios civiles de algunos jóvenes que habían nacido con él de alcalde. El caudal político de Pacheco en Jerez parecía inagotable, una despensa segura desde que ganó las elecciones por primera vez en 1979. “Pacheco, joé, ¿quién si no?”, como parafraseaba él mismo su eslogan inaudito.

Ahora que lo han puesto con las maletas en la puerta del Ayuntamiento por segunda vez en cuatro años, podría pensarse que estamos asistiendo al definitivo ocaso político de Pacheco. Y puede que sea así, pero eso no significa que Pacheco haya dejado de contar definitivamente en la política municipal jerezana. Habrá que esperar sólo tres meses, cuando se hayan celebrado las elecciones, y ver qué ocurre si, de nuevo, no hay posibilidad de gobierno en Jerez sin volver a contar con Pacheco.
Que será más fácil, en fin, que las dos alcaldesas que lo han echado de su gobierno, la popular María José García Pelayo, y la socialista Pilar Sánchez, vuelvan a ofrecerle todas las áreas que solicite antes de que ambas se pongan de acuerdo para cederle una el paso de la Alcaldía a la otra. “Pacheco, joé, ¿quién si no?”, que podrá decirles de nuevo, con ese toque chulo y prepotente, decidido y testicular, que siempre ha exhibido.

Le recuerdo una vez en la campaña de las elecciones andaluzas de 1990, cuando consiguió diez escaños para el Partido Andalucista en el Parlamento andaluz, el máximo alcanzado por los nacionalistas en toda la historia autonómica. En aquella campaña Pacheco despertaba una verdadera expectación cuando visitaba ciudades y pueblos. En uno de aquellos pueblos de mayorías socialistas, un grupo de mujeres que salían del mercado se acercaron a saludarle y a regalarle unas flores. “Dejarme de flores, joé, que mucho Pacheco y después votáis todas al PSOE”, les espetó refunfuñando.

Quién le iba a decir a Pacheco que, desde aquellas elecciones triunfales, sólo le esperaba ya un lento, progresivo e implacable declive. Que se iría consumiendo poco a poco en el caldo espeso de la trama municipal, de los intereses locales, agarrado al clavo ardiendo del urbanismo jerezano.

La hegemonía del PSOE en Andalucía ha impuesto a todos los demás partidos una larga travesía del desierto. Hasta ahora, nadie la ha superado. Pacheco ha sido uno más en sucumbir, y su declive podría simbolizar el declive de la clase política andaluza que nació con la democracia. En su caso, además, Pacheco es fiel a su condición de escorpión, y siempre acabará clavándole su aguijón a la rana que le ayuda a atravesar el río por la sencilla razón de que ése es su carácter. “Pacheco, joé, ¿quién si no?” Qué crudo es siempre el final.

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26 marzo 2007

Polanco

El dóberman del PSOE es, de todos los candidatos que se presentan en España, el que más trabajo tiene. Como estamos a poco de unas elecciones, lo han vuelto a sacar hace unos días. En las elecciones de 1996, cuando debutó como candidato socialista, el dóberman se estrenó con la alarma de “que viene la derecha”. Diez años después, ha vuelto con la amenaza de que viene la Guerra civil. Directamente. Como con los años se le hace más complicado convertirse en ‘factor sorpresa’, el dóberman cada vez se presenta más rudimentario, más crudo, más grosero.

Esta vez lo ha sacado Polanco, acaso porque al patrón de Prisa le parece que esos giros cursis del presidente Zapatero sobre la “derecha extrema” se quedan a medio camino. Por eso habrá cogido el timón: “El PP nos conduce a la Guerra Civil”. Como en los viejos tiempos, la idea la ha remachado Felipe González. “Estamos en un debate político prebélico”, ha dicho Felipe nada menos que desde –no se pierdan el detalle- una Convención Nacional Bancaria en México. La cadena se completó ayer desde Andalucía. “Odio, resentimiento y extrema derecha”, dijeron Gaspar Zarrías y otros. Pronto, hoy o mañana, Chaves dirá lo mismo. “O el PSOE o la Guerra Civil”.

Se trata sólo de eso, el doberman una vez más porque estamos a dos meses de las elecciones. La única novedad es que esta vez ha tenido que ser el dueño quien saque a pasear al perro. Polanco en vena, sin intermediarios. Hasta las elecciones, el PSOE y sus voceros ya tienen ‘argumentario ideológico’ suficiente.

Por lo demás, el debate político en España sigue adoleciendo de la misma crispación, la misma mediocridad y el mismo sinsentido en el que lleva años instalado. Los pocos consensos básicos que existían han volado por los aires en esta legislatura. Y así vamos. Por momentos, crecerá la tensión o podrá decrecer, subirá el tono de los insultos o se amagará con silencios, pero, por mucho que se tense la cuerda, nunca alcanzará las temibles cotas de infamia a las que se llegó tras el atentado del 1 de marzo en Madrid.

Que no, que no vamos hacia la Guerra Civil sino hacia un progresivo desprestigio de la clase política. Y Polanco, entre tanto, sigue en lo suyo, cuidando del negocio. Y el doberman, ya ven, cada vez más impúdico, más descarado, más desvergonzado. Como les pasa por aquí abajo, porque sólo nos quedaba por ver esto de que Chaves, Zarrías y demás del PSOE andaluz inicien una batalla para defender la libertad de expresión, poniendo a Prisa como ejemplo. La leche, o sea. Si quieren hablar de Prisa en Andalucía, que comiencen por contestarle al ex secretario de Finanzas del PSOE andaluz, Martínez Rastrojo. ¿A dónde fue a parar el dinero de la venta de los periódicos del PSOE andaluz al grupo de Polanco?

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25 marzo 2007

Casino


Dijeron que todo era mentira. Dijeron que EL MUNDO estaba difamando, inventándose irregularidades que no existían. Dijeron que todo era legal y que con el paso del tiempo se demostraría que detrás de las acusaciones de este periódico se escondían oscuros intereses. Dijeron que lo saludable era no leer estas páginas, que nada era cierto. Sacaron pecho, henchidos y burlones. «Mucha denuncia de corrupción y luego, nada de nada». Dijeron que en el concurso del Casino de Sevilla todo era legal y ahora, nueve años después, cuando los tribunales han anulado el concurso aquel, ni siquiera piden disculpas.

Siguen, henchidos y burlones, sacando pecho. Y ya están preparando el camino para volver a adjudicarle el Casino a la misma empresa que ganó el concurso amañado. «Después de esa nueva adjudicación, a los demandantes sólo les quedará el derecho al pataleo», dicen. Cinismo para negar y mentir, cinismo de desprecio para pasar de todo. ‘Que pataleen’. Habráse visto.

Ni siquiera la oposición parece que le haya cogido interés a este escándalo. La portavoz del PP, Esperanza Oña, eso sí, ha pedido una comisión de investigación en el Parlamento. ¿Una comisión de investigación, ahora, tantos años después, cuando todo está ya sentenciado? Muchas veces, en el vaivén parlamentario, parece como si gobierno y oposición estuvieran atravesados por el mal de lo previsible. Los discursos están escritos previamente. Siempre igual. Sin embargo, puede que, esta vez, la propuesta de Oña sea la más acertada.

Hasta el momento, las comisiones de investigación no han encontrado acomodo en el sistema parlamentario español. Se suelen constituir nada más conocerse los escándalos y, en ese momento inicial, los gobiernos se limitan a desmentir todas las acusaciones y se remiten a los tribunales. Tras la anulación definitiva del concurso, es ahora cuando tiene sentido una comisión de investigación. Ahora ya todo es distinto. Se parte de una certeza fundamental: Sabemos por una sentencia judicial que el casino se adjudicó mediante un concurso irregular.

Estaría bien que el Parlamento conociera qué ocurrió. Que comparezca Manuel Domínguez, el empresario al que el gerente de Filesa señaló como uno de los principales comisionistas del PSOE andaluz, y que era accionista de la sociedad agraciada con el Casino. Que comparezca Judah Binstock, el accionista mayoritario, una de las grandes fortunas de Marbella. Que comparezcan Zarrías y Viera, y aclaren aquellas extrañas inversiones en Jaén de un casino de Sevilla. Que comparezca Carmen Hermosín y Antonio Rivas, que era alcalde de Camas. Y los empresarios de las ofertas burladas...

Sí, es verdad, es ahora cuando tiene sentido la comisión de investigación. Aunque ya no recordaba que Chaves se quitó de las investigaciones hace diez años. Casi la par que cuando adjudicó el casino.

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22 marzo 2007

Timbres


Antonio Machado dejó escrito que una de las imágenes imborrables de su infancia fue aquel día, hacia 1889, en el que se tropezó en los jardines del Retiro con Pablo Iglesias. Debía ser un mitin del Primero de Mayo, con varios oradores, pero a Machado sólo se le quedó grabado el fogonazo que le produjo la voz de Iglesias: «La voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre inconfundible de la verdad humana (...) Al escucharle hacía yo la única honda reflexión que puede hacer un niño: ‘Parece que es verdad lo que ese hombre dice’».
Prescindamos de los paralelismos, descartemos la tentación de trazar comparaciones entre aquel movimiento sindical y estos sindicatos de ahora, imbricados en la espesa estructura del poder.
Detengámonos sólo en aquello que impresionó a Machado. Detengámonos en eso porque, es verdad que todos liderazgos deben asentarse en la credibilidad, pero, a diferencia del político, parece que un representante sindical no es nadie, no es nada, si no es capaz de transmitirle a los trabajadores honestidad, sinceridad, esfuerzo. Un líder sindical, el representante de un comité de empresa, se muere cuando ya no se le distingue del poder.
Ayer, cuando se vio a los líderes de UGT y de CCOO, en fila, esperando la mano de Chaves en su papel de jefe de estado de estas Batuecas, sólo era posible pensar en el engaño, en el interés. Que nada se puede esperar de ellos, porque no es el interés de los trabajadores el que marca sus acciones.

En 2002, cuando el problema en la Bahía de Cádiz era que no llegaba suficiente carga de trabajo a los Astilleros, el secretario general de UGT amenazó con volar el puente Carranza. «Nuestra opción sindical no es cortar el puente Carranza, pero si no hay respuesta cortaremos el puente o lo tiraremos», dijo. Ayer, cuando el problema en la Bahía es que ya se ha producido una nueva reconversión de los Astilleros y es inminente el cierre de Delphi, su opción sindical es el apoyo y alabanzas al Gobierno. Que ellos decidan. O engañaban antes a los trabajadores o los engañan ahora. Sus voces tienen el timbre inconfundible de la trampa.

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21 marzo 2007

Indignidad

Se ha referido aquí en alguna ocasión el análisis crítico y atinado que realizó hace ya algunos años un escritor gallego, Xosé Alvilares, sobre la trama burocrática y caciquil en la que había degenerado la Xunta de Galicia, después de cuatro legislaturas seguidas de Manuel Fraga como presidente. Las censuras de aquel libro ('Dignidade e indignidade da política') se contemplaban desde aquí con la normalidad de un grito que devuelve el eco, porque nada de lo que ocurría en Galicia tras cuatro mandatos de gobierno ininterrumpidos del PP era extraño a lo que pasaba en Andalucía, después de siete legislaturas seguidas de mandato del Partido Socialista.

«Para justificar las autonomías, se nos dijo que era necesario acercar la administración al ciudadano. Ese acercamiento llevaba consigo la creación de una abundante red burocrática. Mantengamos una pregunta: ¿No será que la invención de cargos gubernativos responde no a la necesidad de la sociedad sino a la necesidad de colocar a los amigos?», se preguntaba en su libro Alvilares, entre cabreado y temeroso cuando se paraba a contemplar el monstruo de clientelismo e intereses en el que se había convertido la Xunta gallega.

Por mediación de algún amigo común, intentaré que el lúcido Alvilares se pase un día de estos por Andalucía, para que se haga las mismas preguntas ante la Junta de Andalucía, esta manada verdiblanca de elefantes gordos y bien criados. Para que concluyamos, nada más mirarnos, que el clientelismo, el abuso y el sectarismo es la ideología que comparten izquierdas y derechas en cuanto se hacen hegemónicas.

Que se venga el escritor gallego por Andalucía para que se contagie del desánimo que ha provocado el nuevo Estatuto en la ciudadanía, y cómo, ajeno a todo, el poder político ha celebrado el rechazo con una campaña de publicidad triunfal, como si nada hubiera pasado. Ayer mismo entró en vigor el Estatuto andaluz, y ya ha anunciado la Junta que se va a dedicar a partir de ahora a crear nuevos organismos bilaterales y trilaterales y nuevas comisiones mixtas y paritarias, así, en tropel, como una carta de platos combinados. No habrá más dinero ni para guarderías, ni para colegios, ni universidades. No habrá más recursos para controlar la seguridad de las obras, ni más oportunidades de empleo, ni más igualdad en los salarios de hombres y mujeres, ni más residencias para ancianos.

La entrada en vigor del Estatuto se nota ya en Andalucía porque crece la burocracia política. Miradlos, que ya vienen, como un cortejo real, con el coro de trompetas anunciándolo desde lo alto de sus machitos. Y todos aplaudiendo. Míralos, Alvilares, esta indignidad andaluza. «La clase política puede también corromper una sociedad. La mentalidad de vasallo crea el cacique, pero la política del cacique crea la mentalidad de vasallo. La corrupción política es también corrupción de las conciencias».

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20 marzo 2007

Convención


Puede comenzar la cuenta atrás porque falta poco. En nada y menos, alguien saldrá en defensa del uso del burka en España. «¿Acaso las monjas no llevan también velo?», dirán. Es fácil imaginar el argumentario porque se trata de excusas esgrimidas otras veces y, sobre todo, porque el ideario de esa falsa progresía es de molde: «Libertad individual, tolerancia y respeto por las costumbres de todos. España es un Estado laico y los católicos tienen que ir acostumbrándose a no tener más privilegios que los de las demás confesiones».
Lo normal, en fin, es que el debate una vez más se despeñe por ahí, por esa pendiente de relativismo. Porque una vez más se estará olvidando lo elemental, que la cuestión no es tener que elegir entre el burka y el velo de una novicia; que el problema radica en que el burka provoca alarma y rechazo social, y el hábito mojil, no.
Hace años que claman en el desierto oficial pensadores como Giovanni Sartori. «El cómo de la integración depende del quién del integrando (...) La imposibilidad aumenta cuando el inmigrado pertenece a una cultura teocrática que no separa el Estado civil del Estado religioso (…) En todo caso, la integración se produce sólo si los que se integran la aceptan y la consideran deseable. Si no, no».
Ahora, al ver la estampa de mujeres con el rostro cubierto en Madrid (hace años que es posible verlas en Granada y, en menor medida, en Córdoba o Sevilla) se reabre un debate que nos llevará a que alguien reclame más tolerancia hacia esta forma de vestir, sin reparar en las advertencias que Sartori desplegó en su imprescindible libro sobre La sociedad multiétnica.

Dirán que igual que en España la forma de vestir se guía por los parámetros de esas reglas no escritas que agrupamos bajo el nombre de ‘convención social’, tenemos que estar abiertos a otras formas de convenciones sociales, a otras culturas. Todos por el mismo rasero, sin pensar que la convención social del burka esconde la explotación de la mujer; que la convención social impone que a millones de niñas se les practique la ablación de clítoris cada año pensando que realza la belleza la mujer, su honor, su castidad y sus posibilidades de casarse. Una convención social obliga a las adolescentes a aceptar que sus padres las vendan para que contraigan matrimonio.
No, todas las convenciones sociales no son iguales. Y en muchos casos son contrarias, enfrentadas. Para que se produzca una verdadera integración en occidente, que es la única que se plantea, tiene que aceptarse, o imponerse, esta convención social que se asienta en la igualdad de hombres y mujeres; en la libertad y en la democracia; y en la supresión de los estados teocráticos. Cuando todo eso se acepte, cuando nada de esto sea un problema, que se ponga el burka quien quiera.

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19 marzo 2007

Posos


Tres mil años de vida no le han dado a España ni siquiera la tranquilidad y la estabilidad suficiente para que la historia repose, serena e indeleble, en su conciencia. Para que la memoria se vaya asentando como los posos del café. Para leerlos, para interpretarlos. Parece como si España nunca hubiera sabido colocarse a la distancia adecuada de sí misma para mirarse en su historia. Unas veces lo hace demasiado lejos y todo se pierde en el olvido. Pero otras veces está muy cerca; parece que no pasa el tiempo y se miran los acontecimientos con la virulencia de entonces, con la pasión ciega que los convirtió en desastres, en tragedias.
Hoy, por ejemplo, se conmemora en Cádiz la aprobación en 1812 de la primera Constitución que se redactó en España. Fue una Constitución liberal que, por primera vez, proclamó la soberanía del pueblo y la separación de los poderes del Estado. Tan perseguida fue la Constitución cuando Fernando VIla derogó dos años después, que sus partidarios la coreaban por las calles con el grito clandestino de «Viva La Pepa», porque fue aprobada el día de San José.
La perversión histórica de la que se hablaba antes consiste en que, con el paso de los años, el ‘Viva la Pepa’ ha acabado significando «un estado caótico, un desorden completo». Del tejido sociológico y semántico ya se ha borrado lo esencial y queda la degeneración del término. Exceso, follón, desmadre. Como tantas otras cosas en Andalucía, el tópico de folklore ha revestido con lunares de fiestas, desinterés y holganza una historia de dignidad y de lucha que empieza aquí, que nace aquí.

Todo esto, esta deformación de la historia, es especialmente llamativa cuando, como estos días, asistimos a la trillonésima polémica sobre el afán expansionista del nacionalismo vasco sobre Navarra. En este caso, la distorsión que se hace de la historia es la contraria; lo chusco y lo retrógrado se vuelve amable y progresista. Y aparecen como guiños y políticas de izquierda hasta la reivindicación unos fueros medievales.
¿Qué pecado hemos cometido en España para que la Constitución de Cádiz haya desaparecido de la memoria y sigamos debatiendo a diario sobre los privilegios medievales de vascos y navarros? ¿Qué maldición se ha llevado aquellos principios de 1812, nítidos, sencillos e inocentes? «La Nación española es la reunión de todos los españoles», «El amor de la Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles y, asimismo, el ser justos y benéficos».

Hoy se conmemora en Cádiz el aniversario de la Constitución de 1812. Fue en aquel texto donde se plasmó por primera vez la expresión de «las Españas», pero en referencia a las colonias de ultramar. Que, doscientos años después, vuelva a estar vigente el término en el debate político sólo es síntoma del olvido, de la incapacidad demostrada para que la historia de España se asiente, serena e indeleble. Como posos de café.

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17 marzo 2007

Balance

Para hacer balance de este final de legislatura, de los tres años que acaban de cumplirse de las últimas elecciones, me he ido a la agenda del día del Gobierno andaluz, que es como poner en fila a los consejeros y cogerlos en un examen sorpresa. Un día en el Gobierno andaluz, una ‘foto fija’, como les gusta decir, redundantes y absurdos. Un repaso oficial al catorce de marzo de 2007, tres años después de las elecciones en las que Chaves ganó por quinta vez la presidencia de la Junta. A ver, ¿dónde está hoy fulanito? ¿Por qué no aparece menganito? ¿Sigue existiendo zetanito?

El caso es que coge la agenda del Gobierno del 14 de marzo pasado y resulta que el presidente no está. No aparece en ningún acto convocado en Andalucía. Mecachis. Ya sabemos que Chaves no es de los que llevan con la lengua afuera a sus asesores, todos los días de sol a sol, pero tampoco suelen faltarle sus inauguraciones y sus cositas. Quizá estaba en Madrid, celebrando con Zapatero.

El primero en la lista es su consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías. Este sí que no falta nunca de la agenda. Este día tiene una ración de clientelismo de las que más le gustan: Firma un proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica con el baranda de la UGT, que preside también de una cosa que se llama “Fundación para el Desarrollo de los Pueblos de Andalucía” (qué nombres tan rebuscados usan para meter el cazo en el caldo de las subvenciones). Buena foto. Los retrata a los dos.

El consejero de Agricultura está en Jaén, muy activo; todo el día para arriba y para abajo, tramitando ayudas y proyectos para los olivareros. Igual lo ha mandado Zarrías también. El ‘consejero estrella’, Francisco Vallejo, está en Sevilla presentando los proyectos de transporte público del Ayuntamiento. Este hombre es un misterio. No sé cómo resiste su cartel político con tan poco. También lo retrata la agenda del día, el consejero de Innovación, Ciencia y Empresa presenta unos autobuses.

Cuatro consejeras, las de Obras Públicas, Gobernación, Educación y Cultura, tienen presentaciones de campañas, entregas de premios o protocolos de colaboración, que son actos que nunca faltan en la agenda. Igual que unas conferencias que se inauguran en Granada: “Hacia la Igualdad Real”.

La consejera de Medio Ambiente se ha ido a Almería. Dice así la agenda: “Asiste a la plantación de un acebuche”. Sin comentarios. Lo mejor del día está al final. Al fin una reunión sólo de trabajo, de gestión, nada de campañas. Las consejeras de Igualdad y de Justicia “asisten a la Comisión de Seguimiento del Procedimiento de Coordinación contra la Violencia de Género”. Por favor, relean el nombre. La superposición, burocracia política en estado puro. No va más. Este es el gobierno andaluz. La ‘foto fija’.

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15 marzo 2007

Dádivas


El ‘caso Malaya’ tiene ya el barniz amarillento de los asuntos que no sorprenden a nadie. Forma parte de la normalidad que cada quince días o así, el juez dicte el levantamiento del secreto de sumario sobre ocho o nueve tomos y que, al poco, ordene nuevas detenciones, una nueva redada.
Por eso, las mayores sorpresas no provienen ya, como al principio, de los detalles sobre la inmensa fortuna de Juan Antonio Roca. Ni del lenguaje chusco de los comisionistas.
Esa rutina se rompió ayer cuando, al rastrear algunos de los setenta y tantos tomos sobre los que ha levantado el secreto del sumario, se detectó en un auto del juez las siglas de un alto cargo de la policía que también forma parte del clan. Lo está buscando el juez porque este dirigente policial actuaba como ‘garganta profunda’ de Roca. Un ronco privilegiado que le ofrecía información reservada sobre la vida diaria de la Policía y también, es de suponer, sobre las investigaciones que pudieran afectarle.
Si miramos hacia atrás, si pensamos en el año que ya se va a cumplir del ‘caso Malaya’, comprobaremos que en este sumario ya lo conocemos casi todo sobre las comisiones que cobraba Juan Antonio Roca y los métodos que utilizó. Conocemos a sus compinches en el Ayuntamiento y a algunos de los constructores que se prestaban a la extorsión. Qué cuadros se compraban, qué alfombras pisaban, qué joyas regalaban, qué relojes usaban. Rolex, Cartier, Bulgari... También el nombre de las ‘empresas tapadera’ a cargo de sus señoras, para blanquear dinero con el glamour pegajoso de una mejilla embarrada en maquillaje. Todo eso lo sabemos con tanta reiteración que, por eso, el caso Malaya se está tiñendo del barniz amarillento de la rutina.

Lo que sigue siendo una gran incógnita es cómo todo esto sucedió a la vista de todos, durante tantos años, y sin que nadie hiciera nada. Esta es la razón por la que sobresalta la enigmática búsqueda del ‘garganta profunda’ de Roca en la Policía. Porque, necesariamente, un patrimonio así sólo se amasa si los tentáculos corruptos de ese ayuntamiento se extienden hacia las administraciones e instituciones que tenían el encargo de vigilar, controlar, investigar y denunciar.

‘Beauty Marbella’ es el nombre de la empresa que regentaba la mujer de Roca. Bonito nombre. Se imagina uno un botín de monedas de oro. En el centro, una musa desnuda recostada sobre un lecho de uvas moradas, y al su alrededor la leyenda de la ciudad corrupta ‘Beauty Marbella’. Serían como las dádivas que, según el sumario, entregaba Roca al alto cargo de la Policía que ahora todos buscan, pero no aparece. ¿Cuántos altos cargos más habrán recibido esas monedas?

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13 marzo 2007

Demagogos


La demagogia nació con la democracia. Nacieron como almas gemelas en la antigua Grecia, cuando los sofistas convirtieron la oratoria en un arte. El demagogo era el líder dotado de técnicas extraordinarias de oratoria y persuasión, de forma que se le reconocía la capacidad de conducir al pueblo hacia donde se propusiera.
Si el término ‘demagogo’ comenzó a convertirse en algo peyorativo con el paso de los años, debió ser porque los sofistas, en el frío cálculo de la belleza y la eficacia de la oratoria, acabaron concluyendo que «en relación a cualquier asunto pueden argumentarse dos opiniones contrarias e igualmente válidas». No importa si lo que se dice es verdad o es mentira, sino la forma en la que se dice, la belleza de lo expresado.
Desde el atentado terrorista del 11 de marzo la política española navega convulsa, de bronca en bronca, de exceso en exceso, de forma que, como entonces, es difícil distinguir a unos de otros, parece que todas las opiniones son válidas e iguales. Quien más rápido ha aprendido esta lección es el Gobierno de Zapatero, de forma que sólo tiene que preocuparse de provocar una reacción airada del PP para conducir todas las polémicas hacia el mismo lodazal.
El ejemplo más reciente está en lo ocurrido tras el atentado de Barajas. El debate inicial, que se cuestionaba si Rodríguez Zapatero tenía capacidad para dirigir un gobierno, se olvidó gracias a la monumental bronca política de los días siguientes.

Es bastante probable que estemos de nuevo en lo mismo. Los dirigentes socialistas están acusando a los del PP de crispar a la sociedad con la demagogia de la excarcelación del terrorista De Juana Chaos. De crispar a la sociedad y de resucitar a la extrema derecha, como dijeron ayer al unísono varios líderes del PSOE en Madrid, en Sevilla, y en otras muchas ciudades más.
Por eso, porque todo puede difuminarse en esa polvareda, volvamos a detenernos para mirar atrás. El 29 de diciembre de 2006, el presidente auguró que el proceso de paz daría los mejores frutos este año. El 30 de diciembre de 2006, ETA dinamitó la Terminal 4 de Barajas, asesinando a dos personas. El 2 de enero el ministro del Interior afirmó que «el proceso de paz está roto, está liquidado, está acabado. No hay proceso porque ETA lo ha roto». El 1 de marzo, el terrorista De Juana Chaos, uno de los más sanguinarios, pudo volver al País Vasco gracias a que el Gobierno le ha suprimido el año y medio de cárcel que le restaba. En el entorno de ETA se afirma que el proceso de paz se mantiene y que, en breve, lo confirmará en otro comunicado.
Esta es la única secuencia una vez despojada la trifulca. Como otras veces, caer en banderías es abandonarse a la estulticia que nos proponen. Se trata sólo de sumar factores. Huir del absurdo y de la manipulación. Que hace más de dos milenios que la demagogia abandonó lo que tenía de arte en la oratoria. Y ya sólo le queda el engaño.

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12 marzo 2007

Dudas


La duda está en la esencia de la democracia. La duda, no la sospecha. De la duda surge la pregunta y sobre la duda se alza la exigencia de respuestas. Llegamos al conocimiento y a la verdad de las cosas a través de posibilidad de cuestionarnos la verdad oficial, lo que se nos presenta como cierto e indiscutible, las razones del poder. La esencia de una democracia reside en la posibilidad de cuestionar esa verdad oficial sin que la duda suponga ofensa o delito.

Desde los tiempos de Julio César, cuando Publio Claudio Pulcro se disfrazó de mujer y entró al palacio para acercarse a Pompeya. Cuando fue descubierto el atrevido galán, Julio César se lo reprochó a su esposa, aunque nada sabía de aquel episodio. “A la mujer de César no le basta con ser honrada, sino que, además, tiene que parecerlo”. No existe desde entonces ninguna frase que resuma mejor las obligaciones de los gobernantes democráticos ante los ciudadanos.

Por esa máxima de transparencia democrática, el Parlamento andaluz decidió el año pasado hacer públicos los bienes de todos los altos cargos de la Junta de Andalucía. Cuando se conocieron los datos, lo primero que llamó la atención fue que el presidente de la Junta fuera el más pobre de todo el Gobierno andaluz. Llamó la atención porque la biografía de Manuel Chaves no es la de un outsider que llega a lo más alto desde una familia pobre, que fue hijo de coronel en la Dictadura. Llamó la atención porque Manuel Chaves no es un recién llegado al sueldo público, sino que es el más longevo de su quinta política, el que más tiempo lleva en un cargo público de primer nivel. Llamó la atención porque, después de treinta años usando coche oficial, visa oficial y sueldo millonario, resulta que Chaves sólo tiene en su cuenta bancaria tres mil euros.

Este año, el presidente tiene en su cuenta bancaria 3.388 euros, frente a los 3.887 que declaró el año pasado. Es decir, todavía menos dinero que entonces; más pobre todavía, mientras que sus consejeros, que ganan menos que él y llevan menos años que él, tienen, por lo general, varias propiedades y sustanciosas carteras de inversión en bolsa. Todos, menos Chaves.

El año pasado, cuando se conoció la esquelética realidad económica del presidente Chaves, ya se advirtió que una cosa es la pobreza y otra muy distinta el despilfarro. Se oía un murmullo en torno a la declaración de bienes del presidente Chaves que él mismo zanjó diciendo que éste era todo su patrimonio y el de toda su familia.

Un año después, la explicación no parece suficiente. Y como la duda, que no la sospecha, es la esencia de la democracia, el presidente Chaves debería comparecer para explicarnos a todos cómo consigue hacerlo para ser el más pobre de todos, ganando más que el resto y durante más tiempo.

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11 marzo 2007

Influjos


Entre los grandes misterios de la Humanidad, sólo el influjo de la luna atraviesa los tiempos y llega hasta nuestros días con el mismo halo de magia imperturbable. Será porque nos mira, será porque la luna se sabe observada. El caso es que en los principios básicos de la astrología se le concede una influencia fundamental sobre nuestras vidas, sobre nuestros sentimientos, sobre nuestros miedos. El amor y la emoción movidos por los hilos blancos de un destello de luna.

Ahora que todos los campus universitarios de Andalucía se preparan para recibir las ‘improvisadas’ Fiestas de Primavera, vulgo macrobotellones, mejor será que pensar en la responsabilidad exclusiva de la luna que plantearse cualquier otro razonamiento. La Luna es la única responsable. Sí, mejor culpar a su influjo ingobernable que asistir un año más a este sainete de excusas y disculpas políticas.

El primer macrobotellón estudiantil ya se ha convocado es el de Granada, la cita alcohólica más famosa de todas. En Inglaterra, después de la experiencia de años anteriores, ya debe haber decenas de jóvenes con reserva de vuelos baratos para asistir el fin de semana del 23 de marzo a lo que en todo el Reino Unido sería impensable, una borrachera colectiva de miles de jóvenes.

Contempladas desde allí, donde el consumo de alcohol en algún lugar público es impensable a partir de las once o las doce de la noche, o vistas desde cualquier otro país de Europa, es difícil imaginar el impacto que tendrán las imágenes de las explanadas repletas de adolescentes, ciegos de litronas y cubatas. Un tetrabric de vino peleón y una camiseta negra, como en la foto de ayer: «Cambio un polvo por una copa».

En este tiempo perdido, desde que el macrobotellón se ha extendido por todo el país, se han realizado estadísticas que sitúan a los jóvenes españoles entre los que se inician en el consumo abundante de alcohol a más temprana edad (a partir de los catorce) y, por descontado, entre los que más cantidad de alcohol consumen de la Unión Europea. También se han conocido estudios científicos sobre la grave influencia del alcohol en el cerebro de los adolescentes.

Ante el problema, la respuesta más sonada fue aquella Ley antibotellón de la Junta de Andalucía, que, como se habrá podido comprobar, deja intacto el hábito; en todo caso se limita a regular la ubicación del botellón. Por eso, ahora, en las fiestas de primavera, como ocurre en Granada, el problema será dónde, nunca por qué.

Entre los grandes misterios de la Humanidad, sólo el influjo de la luna permanece. Será porque nos desorienta. Ya lo decía aquel viejo proverbio oriental: «Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo». Pues eso.

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09 marzo 2007

Espejismo


Cuando descolgó el teléfono, no hubo tiempo para formalismos. «Oye, Vidal, que la Audiencia dice que el maletín de los Ollero no tiene dueño, así que no saben qué hacer con él. Ollero lo ha pedido, y también la familia de Llach, porque dicen que si no hay delito, lo normal es que le devuelvan el dinero…» Vidal interrumpió la explicación con un golpe seco de voz. «Cómo coño van a decir que el maletín no tiene dueño. Que me lo devuelvan a mí, joder, que yo fui el que se lo encontró».

El ‘caso Ollero’, de principio claro y final ignominioso, nos ha dejado otra sentencia memorable. «El maletín del dinero no tiene dueño». Ahí es nada. Rebobinemos: Una madrugaba de julio, José Antonio Vidal, jefe de la Policía Judicial, detuvo a la entrada de Sevilla al intermediario Jorge Ollero cuando volvía de Madrid de cobrarle una comisión a los dueños de la constructora Ocisa por la adjudicación de una carretera en Málaga. Todo esto, que nadie lo ha negado, se perdió en la nebulosa de lo presunto porque, anuladas las escuchas telefónicas, la investigación se vino abajo. Todos presuntos, todos absueltos. Nadie condenado.

El problema grande que tenía esa sentencia absolutoria es que el ‘caso Ollero’, a diferencia de otros casos de corrupción, es el único en el que la investigación policial concluía con la prueba palpable del delito: el maletín con el dinero. En derecho existen, junto a las pruebas ordinarias, fehacientes, las pruebas indiciarias, aquellas que se sustentan, según algunas interpretaciones de la doctrina jurídica, «en indicios, conjeturas, señales o presunciones más o menos vehementes y decisivas, aceptadas por el juez como conclusión del orden lógico y por derivación o concatenación de los hechos».

¿Podría pensarse que el maletín era una prueba indiciaria de gran valor? Aun asumiendo que todas las escuchas quedan anuladas; aun cuando los procesados se negaran a declarar en el segundo juicio (en el primer juicio admitieron algunos hechos), parece claro que el maletín tenía que haber salido de alguna parte.

Pensémoslo al revés. Si el maletín no es una prueba indiciaria, si no forma parte de ningún delito, lo lógico es que tenga dueño, un legítimo propietario. Pero entrar en eso, ay, hubiera supuesto tanto como admitir la incapacidad de la Justicia para esclarecer el caso. Por eso este final de risa: «El maletín debe tener el destino de las cosas que no tienen dueño, la Hacienda Pública». Ahí quedó.

El maletín, pues, cayó del cielo aquel día que Vidal detuvo a Ollero. Cayó del cielo justo en el interior del coche del intermediario. Y se pierde ahora en el espeso mundo «de las cosas que no tienen dueño». Como metáfora del magma inabarcable de la Hacienda pública, no está mal. Aunque uno hubiera preferido que el maletín se lo dieran a Vidal. Que para eso se lo encontró aquella noche de verano en la que nada era lo que parecía. Todo era un espejismo.

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08 marzo 2007

Visibles


La burocracia feminista anda preocupada ahora por la visibilidad. Dicen que el problema de la mujer es que no es visible. Como se van acuñando palabras en cada temporada, palabras que simulan conceptos pero que sólo sirven para decorar los discursos, como lazos en el ojal, lo normal ahora será que todo aquel que se precie lance una apuesta por la visibilidad de las mujeres.
El hallazgo fue, cómo no, de la Consejería de Educación. A principios de este curso académico, anunció la inclusión en los planes de estudio de Primaria de una guía didáctica para «corregir la invisibilidad histórica» de las mujeres. Para ello, seleccionó nueve biografías de señoras que, «más allá del papel tradicional reservado a las mujeres en el ámbito familiar, han desarrollado su trabajo creativo en el plano social»: Hipatia de Alejandría (una matemática egipcia), Alma Schindler Mahler (compositora austriaca), Ada Augusta Byron (matemática inglesa), Dorothy Crowfoot Hodgkin (premio Nobel de Química en 1964), Sofonisba Anguissola (pintora italiana del Renacimiento), María La Judía (alquimista egipcia), Clara Campoamor (pionera del movimiento feminista en España), Marie Curie (dos veces premio Nobel, de Física y de Química a principios del siglo pasado) y Shirin Ebadi (abogada iraní, premio Nobel de la Paz en 2003).
Lo realmente pernicioso de estas iniciativas es que con esta obsesión de trasladar al colegio todas las estrategias políticas, los profesores acabarán impartiendo asignaturas tan específicas y coyunturales que el horario escolar se parecerá más a la estructura orgánica de las consejerías de la Junta que a las materias clásicas de la enseñanza en cualquier país del mundo. Las modas políticas se imponen a las necesidades reales de formación.

Mal que le pese a la burocracia feminista, la historia no se puede modificar. Es absurdo, además de una atrocidad, intentar simular que no ha sido el hombre quien, a lo largo de toda la historia, ha llevado principalmente las riendas de las artes y las ciencias, del conocimiento y del poder. Lo que nos quedaba ya por ver es que se obligue a los alumnos a educarse con planes de estudio elaborados siguiendo criterios de paridad. ‘Lista de estudios cremallera’; un texto de un historiador y el de una historiadora, la hazaña de un conquistador y la de una conquistadora, una pregunta de un filósofo y una de una filósofa... Y si Pitágoras tiene que cederle el puesto a Hipatia de Alejandría, pues qué se le va a hacer.

En fin, que es verdad que la historia está dominada por el hombre pero es una imbecilidad pensar que existe una conspiración histórica para hacer invisibles a las mujeres. ¿Cuántos ‘hombre invisibles’ hay en la historia con la misma aportación que María la Judía?
Hasta ahora, en los colegios se estudiaba a Marie Sklodowska, Madame Curie, por la investigación, junto a su marido, de la radiactividad. En este plan, en unos años borran al marido del laboratorio y la incluyen en una lista de las feministas del siglo XX.

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07 marzo 2007

Eclipse


Se morirá en primavera. Estos días de marzo. Se apagará lentamente, con su pecho hundido, ya sin respirar. Se desvanecerá, como el eclipse de luna de este fin de semana, lentamente, hasta que miremos al cielo una de estas noches y sólo veamos un destello rojizo, que será ella, Inmaculada Echevarría. Se morirá una semana de éstas, acaso nadie lo sabe con certeza, porque ella sólo ha pedido que sea «cuanto antes». Todos soñamos con la vida, pero ella desde hace muchos años sueña con la muerte, con su muerte. Nuestros sueños de vida son sus pesadillas. Nuestra angustia de muerte es su descanso. Cuando alguien hable de Inmaculada Echevarría, que lo piense primero. Que no debe haber dolor mayor que no tener ni recuerdos cuando llega el día en el que sólo nos puede consolar el pasado, lo vivido. Que no debe haber mayor desesperación que cuando llega ese día, se mira atrás, y el recuerdo se pierde en una fría habitación de hospital, inmóvil y desahuciado.

Inmaculada ha entrado en la vida del revés y ha rellenado los papeles de su muerte, póliza a póliza, hasta reunirlos todos. Y ahora, que está ya a las puertas de la muerte, algunos la miran con ojos de desconfianza, la miran con recelo, como si fuese a cometer un delito. Inmaculada sólo mueve los dedos de las manos y de los pies. Ni la lengua puede mover. La distrofia le ha parado todos los músculos, pero le sigue funcionando el corazón. «La tristeza se apodera de mi cuando pienso en mi situación y en todo lo que quiero decir y nadie me entiende; entonces sólo me queda llorar. Sé que es difícil ponerse en mi lugar, pero os pido que lo intentéis. No es justo vivir así, mi vida es soledad, vacío y opresión». Cuando alguien hable de Inmaculada Echevarría, que lo piense primero.

Y es verdad que la legislación española no reconoce ni admite la eutanasia, que es lo que pedía Inmaculada desde que la enfermedad la inmovilizó hace veinte años. Ahora tiene cincuenta y, al fin, ha conseguido lo que quería. La Consejería de Salud, que ha actuado con prudencia y sensibilidad, primero dispuso el testamento vital. Inmaculada lo rellenó en noviembre. Ya no pedía, como antes, la eutanasia, una inyección que acabara con su vida; sólo pide que le retiren el tratamiento médico, el respirador artificial, que la mantiene viva. Quiere morir como otros muchos enfermos terminales. «Todo el mundo se muere, y nunca me toca a mí». Hace unos días, dos organismos públicos, el Consejo Consultivo y el Comité de Ética, han resuelto que la petición de Inmaculada es legal, que puede renunciar al tratamiento, que lo contempla la Ley.

Tan lejos estaba, tan cerca está ahora, que Inmaculada cree que su muerte es «un milagro». El milagro de la vida es para ella el milagro de la muerte. Por eso ha convertido la primavera en su otoño. Cuando alguien hable de Inmaculada Echevarría, que lo piense primero.

05 marzo 2007

Antxon



Antxon, un amigo periodista del País Vasco, no sale ninguna mañana a tomar café si no lleva con él a su perro. El otro día, cuando lo contaba, nadie entendía bien a qué venía hablar de su costumbre matutina. Antxon es un hombre apasionado, la desmesura va adherida a su perfil, como le ocurre a tantos vascos, y cuando habla es inevitable que las palabras le salgan a borbotones, como si tuvieran prisa por salir, como si empujaran unas a otras, agolpadas en la garganta. Aún así, a qué viene hablar de su perro cuando todos, en aquella reunión de amigos, hablaban de la situación en el País Vasco desde que Zapatero decidió poner en marcha un proceso de paz con una premisa inaudita: Es irreversible.

«Saco mi perro a pasear todas las mañanas, cuando salgo a tomar café, porque me da la posibilidad de ir caminando y, con la excusa de que el perro se retrasa continuamente, puedo caminar y mirar para atrás sin que se note demasiado...» Lo ha contado y se ha hecho el silencio, entre la sorpresa y la pena. Vivir así, despertarse así, todas las mañanas, todos los días, con la angustia de que alguien pueda seguirte y descerrajarte un tiro en la nuca. O que una manada de jóvenes radicales te rodee, mientras caminas, y te zarandee a empujones. Y los veas adelantarse, riendo, a paso rápido, y tú, inmóvil, petrificado en la acera.

He pensado que, como en la vieja historia del aleteo de una mariposa, que mueve sus alas en Pekín y provoca un terremoto en París, no es posible entender ni valorar las decisiones del Gobierno sobre ETA si no se desciende al día a día de las víctimas y de todos los que se sienten amenazados en el País Vasco. A todos los que, desde el jueves pasado, cuando los jóvenes batasunos paseaban en sus coches haciendo sonar las bocinas, como si hubieran ganado un trofeo de fútbol, se les encogió el estómago y se encerraron en sus casas.

«Le pasó a M. –cuenta Antxon– que vive frente al hospital en el que ha sido ingresado De Juana Chaos. Venía de recoger a sus hijos del colegio, cuando se encontró el alborozo de los batasunos en la calle. Se empezó a sentir mal y comenzó a vomitar. Al padre de M. lo asesinó ETA».
Antxon estaba en Sevilla la mañana que asesinaron a Jiménez Becerril y a su esposa. Recordamos la lluvia, el agua nieve de enero. Las horas de espera en el Ayuntamiento, en la Delegación del Gobierno. Aquel día, De Juana brindaba en su celda.

El otro día, en las concentraciones, una pancarta rezaba: «En memoria de los 500 andaluces asesinados». Si es así, más de la mitad de los muertos de ETA son andaluces. Le pido a Antxon que repare en esa cifra. Y en el nulo efecto de todo ello, de su angustia y del número de víctimas andaluzas, porque, al final, todo se sumerge en el oleaje repetido de la bronca policía. ¿Es lo que viene, ahora, otra bronca más? Ya no, por favor. Que todo está muy claro. Que ya sólo cabe confiar en la sociedad.

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De Juana Chaos. Mentiras de Manual




Como en otras ocasiones, como siempre en política, el PSOE ha distribuido entre los suyos (dirigentes y afines, todo un ejército) un Manual de argumentos para que los utilicen en los debates sobre Iñaki de Juana Chaos. Se trata de argumentos que se repiten, palabra por palabra, en todos los discursos. Es una táctica habitual en política, y por esa razón no debería extrañarnos, salvo que lo que se persigue en el fondo es emponzoñar el debate y llevarlo a la confrontación habitual contra el Partido Popular. Para no reducir la polémica sobre De Juana Chaos a ese hartazgo, vayamos a los argumentos difundidos por el PSOE. Porque más que argumentos, una a una, son falsedades o medias verdades.

“De Juana Chaos no ha sido puesto en libertad. Su condena es de régimen atenuado o segundo grado, y permanecerá bajo control policial permanente”.

Es cierto que De Juana Chaos no ha salido en libertad. Es verdad, pero de ahí a afirmar que sigue en prisión o que va a cumplir el resto de condena que le queda media una enorme distancia. En realidad, el régimen de prisión atenuada es el que ya disfrutaba De Juana Chaos en el hospital Doce de Octubre de Madrid, con un régimen especial de visitas que le permitía a su novia pasar con él días y noches completas, sin que ni siquiera se viera sometida a control alguno por los policías que custodiaban la habitación. Si éste era el régimen de prisión que disfrutaba De Juana antes de la decisión del Gobierno de trasladarlo a su domicilio en el País Vasco, ¿qué podemos esperar ahora? ¿Cuánto tardará De Juana Chaos en aparecer en un acto público de Batasuna? ¿Un mes? ¿Menos aún? Desde luego, el año y medio de teórica prisión que le resta, no se podrá llamar de ninguna forma prisión atenuada.

"Este hombre ya cumplió su condena por los 25 asesinatos que cometió. De Juana no estaba en la cárcel por sus asesinatos, sino por un delito de amenazas. Se ha aplicado la ley"

También es cierto. Pero decirlo así, quedarse ahí, es ofrecer una información a medias porque el delito de amenazas por el que fue condenado no es cualquier cosa; que dicho así parece que el terrorista amenazaba con no salir al patio de la cárcel si no le cambiaban el menú de la prisión. No, De Juana fue condenado por dos artículos publicados en Gara, cuando aún estaba en la prisión, en los que claramente se mostraba partidario y animaba a ETA a mantener su sanguinaria escalada de asesinatos y extorsión. De Juana escribió en prisión esos artículos cuando ya tenía cercano el final de su menguada condena. Esta circunstancia es fundamental.

Vamos a ver, De Juana mató a veinticinco personas por las que fue condenado a más de tres mil años de cárcel, pero gracias al antiguo Código Penal logró reducir esa condena a sólo 18 años de cárcel. Aunque nos produzca un profundo rechazo, la esencia de un Estado de Derecho reside justamente en que incluso un asesino en serie como de Juana Chaos está sometido al imperio de la Ley, tanto en lo que le perjudica como en lo que pueda beneficiarle. La legislación española establece que el objetivo último de la cárcel es la reinserción del preso, y todos los presos, también de Juana Chaos, puede acogerse a los beneficios penitenciarios de reducciòn de condena que se desprenden de este fin. No existe en España cadena perpetua, para ningún tipo de delitos, y por esa razón el máximo de pena que puede cumplir un recluso son treinta años. De ahí para abajo, el preso puede obtener beneficios penintenciarios que reduzcan aún más ese tope de años de cárcel gracias a estudios universitarios realizados en prisión, buen comportamiento, trabajos carcelarios, etc.
Incluso cuando se habla del cumplimiento íntegro de las penas (figura que se introdujo en España para delitos de terrorismo en el año 2002, con lo que no afecta a De Juana Chaos, que tiene una condena muy anterior), se está hablando de un máximo de treinta años.

En cualquier caso, sentado todo lo anterior, lo razonable es que si un preso como De Juana Chaos puede utilizar las ventajas que le concede la Ley para reducir su condena, también los ciudadanos, también el Estado, a través de la Fiscalía, Ministerio Público, puede y debe utilizar esa misma Ley para intentar que el preso no se salga con la suya. Esto es, precisamente, lo que movió al procesamiento de De Juana por los artículos publicados en Gara. Tan claro estaba entonces que, al principio, el Fiscal le pedía 96 años de cárcel por esos dos artículos. Después los 96 años se quedaron en tres años y, de esos, no habrá cumplido ni un año de prisión pura y dura.

Es normal que el asesino, al ver frustrada su expectativa de salir de forma prematura de la cárcel, intentara presionar al Gobierno (de ahí la huelga de hambre), pero precisamente por eso, el Gobierno tendría que haberlo obligado al cumplimiento íntegro de los tres años de cárcel que lograron añadírsele. Cuando se dice eso de que "este hombre ya cumplió su condena por los 25 asesinatos que cometió" (Manuel Chaves) se está manipulando la realidad. Dicho así, de hecho, parece un insulto. Porque su condena no eran dieciocho años, sino tres mil. Y ahora, al concederle el segundo grado, no "se aplica la ley", como se añade, porque con esa misma Ley en la mano, De Juana podría haber pasado un año y medio más en prisión.

"Es una cuestón humanitaria. Todos los informes médicos indicaban que el preso iba a morir. Esto siempre ha ocurrido. El Gobierno del PP puso en libertad a 21 etarras por enfermedad (un tercio de ellos durante la tregua). Es más, durante etapa de gobierno del PP, de 1996 a 2004, se excarceló a 3.491 presos comunes por motivos de salud".

Este argumento del trato humanitario es el que viene utilizando desde hace meses los distintos dirigentes de Batasuna. La intención, logicamente, es llevar el debate a ese terreno; que nos pongamos a debatir si el Estado de Derecho tiene que ser humanitario ante un asesino sanguinario que esté en fase terminal. Pero no es éste el debate, porque sólo desde la ceguera premeditada se puede ignorar que la huelga de hambre de De Juana Chaos tenía como fin último que se le pudiera conceder el segunda grado con esta justificación. ¿Cómo diablos va a ser lo mismo un cáncer terminal que una huelga de hambre, una supuesta huelga de hambre, que el Gobierno puede evitar, simplemente, forzando al preso a la alimentación obligatoria?

De Juana Chaos no es un enfermo en fase terminal, y una huelga de hambre no es ninguna patología médica, es un chantaje político. De Juana no es sino un preso que, con una huelga de hambre, se niega a cumplir la condena que le ha sido impuesta. Pero si por motivos de salud fuera, ahora que De Juana Chaos ya se alimenta, lo lógico sería que una vez desaparecida la “urgencia humanitaria” volviera a la cárcel de Algeciras a cumplir el año y medio de prisión que le falta.

"Se ha evitado la muerte de De Juana y que se convierta en un mártir y en un símbolo para realizar nuevas campañas de violencia".

Este último argumento ya es una valoración, igual que cuando se afirma que la decisión del Gobierno “está cargada de lógica” y que es una “decisión inteligente”. Sencillamente, no es verdad, porque el Estado tenía ante sí un dilema, propio del chantaje del terrorista, del que no podría salir bien una vez que entra en el mismo: o convertía a De Juana Chaos en un mártir o convertía en un héroe, como ahora. Lo razonable es no haber entrado en ese chantaje, haber mantenido el rigor de la Ley, al menos hasta que el terrorista pidiera perdón, que es lo mínimo, que mostrara algún signo, por leve que fuera, de arrepentimiento, de perdón, de renuncia de la violencia.

En fin, no sólo no es así sino que conviene recordar qué piensa el propio De Juana Chaos sobre su propio arrepentimiento. Lo dejó claro en una de esas famosas cartas por las que fue procesado y que desembocaron en su huelga de hambre. Es la carta publicada por de Juana Chaos el 1 diciembre de 2004 en Gara. Se llamaba El Escudo.

“Técnicamente, el 25 de octubre de 2004 terminé de cumplir la condena intramuros impuesta por su sistema jurídico y penitenciario con el Código Penal de 1973. A partir de aquella fecha no he salido de prisión. ¿Motivo? “No da signos de resocialización”. Sin embargo, afortunadamente, de resocialización no da signos ni De Juana ni una inmensa mayoría de los 700 presos y presas, ni una gran parte de la sociedad vasca. Porque resocializar en el sentido utilizado por el enemigo implica la derrota. Vamos a ganar. Hace años le escuché a un muy apreciado compañero chillar con fuerza «Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria». Sí, sacadlas, porque otro camino sólo implica más sufrimiento. O el futuro terminará demostrando, sin duda, que os quedásteis sin ellas”.

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02 marzo 2007

El cruce



Ayer se cruzaron dos noticias en un camino de sangre. La primera hablaba de De Juana Chaos, de su vuelta al País Vasco. La segunda, de Irene Villa, de su salida de la vida pública española. El terrorista vuelve, la víctima se va. El terrorista ya puede volver a brindar pensando en los asesinados de ETA, como hizo cuando mataron en Sevilla a Jiménez Becerril y a su mujer. Para un tipo al que condenan a tres mil años de cárcel, volver a su casa, tan pronto, debe ser un triunfo claro. «Un logro», dijo él.

La víctima, Irene Villa, anunció su salida de la vida pública en una conferencia en Asturias, sin la repercusión de aquél. Dice Irene Villa que se va, que baja los brazos, que ya no lucha más. «Me retiro dolida, denostada y maltratada por reivindicar unos derechos». El derecho a confiar en la Justicia. El derecho a vivir con dignidad, sin que las amenazas de quienes intentaron asesinarla tengan más valor que su orgullo por haberse sobrepuesto a una adolescencia sin piernas, sin mano. El derecho a pensar que la sociedad no la ha dejado sola. El derecho a pedir que nadie olvide lo que le ocurrió a ella y a cientos y cientos de víctimas más.

En ese cruce de caminos, uno de regreso, otro de retirada, no todo el mundo ha podido elegir su destino. De Juana Chaos decidió asesinar a veinticinco personas. Eso lo colocó en el camino. De Juana no era nadie, era la nada, pero se convirtió en el protagonista de la vida de decenas de personas cada vez que accionaba una bomba, cada vez que apretaba el gatillo. Irene Villa era una niña de doce años que iba al colegio, con su madre. Ésta era su vida hasta que saltó por los aires con la bomba de ETA. Desde entonces, está en un camino de «lucha por la dignidad» que ahora ha decidido abandonar. Mutilada y derrotada. Ni siquiera sabía que hoy se cruzaría con De Juana, triunfante.

En este cruce de caminos, en el que todos los demás asistimos de espectadores, cada vez hay más personas que se levantan, que se vuelven, que se van. «Estamos hartos de tanta ETA», dicen. «Todos los Gobiernos han excarcelado a etarras», añaden otros. Y miran para otro lado. Yo creo que Irene Villa lo ha visto, ha notado cómo ha pasado a convertirse en una mujer incómoda, que mucha gente le esquiva la mirada. La ven como una dirigente del PP, una mujer con interés político. «En el momento en el que las víctimas piden la dimisión del presidente del Gobierno, están entrando en política y se les debe contestar políticamente», decían ayer algunos en la radio. Irene Villa lo habrá oído. Pero ya no parece importarle nada. Por eso nadie la vio murmurando, en la retirada, que su «única ideología es la que empieza por memoria, sigue por dignidad y termina en Justicia».

Ya no queda nadie en el cruce. Acaso el confeti que ha lanzado Batasuna al paso de De Juana, porque las lágrimas de Irene ya se han secado. Se las ha tragado el polvo.

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01 marzo 2007

Europa



Existe una tensión antigua, primigenia, entre el discurso público y la realidad, entre el análisis y los acontecimientos a los que se refieren. Lo que se espera, lo que se exige del discurso público, es que sea un reflejo de la realidad, que la mire de frente y la analice. Pero no. De hecho, si existe tensión entre ambas es porque tan antigua como esa relación es la frustración que produce el escarceo permanente, el camuflaje continuo de cuanto pasa para adaptar lo cotidiano a la realidad oficial.

Saramago ayer, por ejemplo. En el pobre discurso que realizó en nombre de todos los premiados por el Día de Andalucía (un discurso tipo ceremonia de los Oscar, digamos, de glamour de alfombra roja y recuerdos a la familia) sólo soltó dos o tres ideas y todas ellas estaban lastradas por el fetiche, los arquetipos de la izquierda progre, que es una falsa izquierda, por el camuflaje de la realidad. Por la distorsión.

Habló de Europa con ese toque de distinción progre para reivindicarse como portugués y, en todo caso, como ciudadano de Iberia, de la península Ibérica. Dice Saramago que no le ha encontrado más motivos a ser europeo que la implantación del euro, «que ha sido un desastre, como todos sabemos». Sin embargo, poco antes, o poco después, también se refirió con palabras elogiosas a la evolución y a la modernización de Andalucía, porque recordaba cómo hace veinte o treinta años el autobús tardaba siete u ocho horas en llegar desde Lisboa a Sevilla.

No repara Saramago en que la principal novedad en estos treinta años para que se haya producido este desarrollo no ha sido la institución que ayer lo agasajaba, sino las millonarias ayudas al desarrollo de la Unión Europea. Aquí y en Portugal. ¿Qué sería de Andalucía sin los impuestos alemanes, franceses o holandeses que, a fondo perdido, han llegado durante años y años, y aún siguen llegando?

Resulta, además, que Europa, en esta espiral de irracionalidad política que se vive en España, ha pasado ser una necesidad a convertirse en una esperanza. Si existe alguna garantía de que el despropósito español no pasará a mayores es sólo por Europa.

La realidad y el discurso, en fin. Que es más cómodo quedarse como la propia Junta de Andalucía, como el propio Chaves, entre el oropel y la nada. Y, desde ahí, incluso mantener renovada la visión tópica de la Andalucía de siempre; la misma que Saramago dibujó cuando se puso a elucubrar sobre cómo es posible que los andaluces tengan tiempo para trabajar si están todo el día de fiesta y de jarana. «Es que no duermen», explicó.

Ay, dios, qué cruz. Menos mal que queda Europa. Incluso para cuando resbalan nuestros mitos portugueses. Como dijo Saramago, sic transit gloria mundi.