El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

09 marzo 2006

Descanso

Los efectos etílicos del macrobotellón parece, muchas veces, que comienzan antes de que se desparrame por las aceras el primer litro de ron con Cola Cola. ¿Alguien se ha parado a pensar en las cosas que se dicen? Un café cargado, por favor, que no puede ser cierto lo que ven mis ojos. Porque lo realmente complicado ayer era convencerse de que todo aquello que se decía en los despachos iba en serio.

El hallazgo más interesante fue el del subdelegado del Gobierno de Sevilla, Faustino Valdés. Desveló que existe un informe de la Abogacía del Estado que analiza el problema y llega a la conclusión de las botellonas «no pueden ser consideradas manifestaciones porque no reclaman nada». Toma ya. Que haya que consultar con el cuerpo de letrados del Estado para llegar a esa conclusión tiene miga. Como si alguien, alguna vez, cualquier fin de semana, al ver a una bandada de menores orinando en las aceras los hubiera confundido con una manifestación de obreros metalúrgicos. En fin.

Pero, de todas formas, que nadie crea que el subdelegado hablaba por hablar. Lo que ha querido decir, sencillamente, es que el Gobierno de la nación no tiene nada que ver con los macrobotellones. Es decir, como no es una manifestación, no tiene la potestad de prohibirla o autorizarla. «No es competencia del Estado». El tabaco sí; los botellones no. Punto.

El próximo día 17, habrá ambulancias dispuestas en todas las capitales para atender decenas de comas etílicos en menores de edad. Y será incalculable el tráfico de pastillas de droga sintética, por no mencionar el hachís y la coca. Pero, ya ven, «no es competencia del Estado». El mismo gobierno que atosiga hasta la represión con la Ley del Tabaco, dice que «no es su problema». Dicen que la botellona es igual que la Semana Santa o la Feria, ocupación de la vía pública. Pues vale.

Lo peor es que, antes que el Estado, ya habían escurrido el bulto los ayuntamientos y la Junta de Andalucía. La consejera de Gobernación, que ayer andaba entretenida con el anuncio de una normativa taurina «no sexista» (¿habrá paridad de toros y vacas en la lidia?), se ha quitado esta vez el problema de encima con rapidez. Dice la consejera, la misma que prometió y olvidó una Ley contra el botellón, que ya existen normas y leyes suficientes y que aplicarlas es responsabilidad de los ayuntamientos. Pero estos, a su vez, sostienen que ni tienen medios para aplicarla y ni la normativa permite una actuación más contundente.

O sea, que nada. Ya lo ha dicho uno de los cachorros criados con el pelargón de la Junta, el presidente del Consejo Andaluz de las Juventud. Dice el tipo que los ‘macrobotellones’ «no son nada de otro mundo, sino una manera de celebración que han elegido los jóvenes». Primavera trompetera, como cantan Los Delincuentes. Y al que no le guste la celebración, que se mude de barrio o se vaya de ciudad, como ya se sugirió. Porque aquí el derecho al descanso en día de botellones sólo está asegurado para quien gobierna.

1 Comments:

At 09 marzo, 2006 21:27, Anonymous Anónimo said...

Hay que beber hasta caerse para celebrar el nuevo Estatuto de Andalucia.
Ademas prohibir las botellanas es el fascismo.

 

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